miércoles, 11 de mayo de 2016

¿Somos lo que comemos?




Firman autógrafos, son solicitados para dar conferencias en diversos puntos del planeta, tienen sus propios programas de TV, son admirados y codiciados. Series, películas y libros ponen de manifiesto la relevancia de los Chefs en estos días. Son los nuevos “Rockstar” de la época. Generan tendencias y sugieren movimientos sociales. O tal vez sea todo lo contrario, simplemente responden a una necesidad de la cultura moderna…

La gastronomía surge así como un verdadero microcosmos de nuestra existencia, la cual se configura y se reconfigura en función de la visión de hombre que poseamos, o sea, depende de nuestra cosmovisión. La misma, indiscutiblemente, sitúa al ser humano en el centro desde el cual tiene que irradiar todo el pensamiento.

En la actualidad, la persona tiene un protagonismo mucho más grande y una incidencia mayor en los productos que elige y consume. De esta forma fueron surgiendo diferentes movimientos culinarios blandiendo distintas banderas: cocina vegana, orgánica, vegetariana, híbrida, molecular, emocional, entre otras tantas. Dichas tendencias modernas mantienen un mismo patrón, un común denominador: el cuidado del propio cuerpo, el acceso a mayor información sobre lo que estamos comiendo, la primacía de la salud. 

Dentro de esta misma línea, el 2016 nos espera con algunas novedades que valen la pena mencionar.

·         Preponderancia por lo natural. Cuidado de lo ecológico. No solo basta con conocer el resultado final, sino los medios y procesos de elaboración de los productos. Nos preocupa el cuidado de la tierra, el uso de fertilizantes, la utilización de aditivos y químicos en nuestros alimentos. 

·         Retorno hacia el interior del individuo. Primacía por la historicidad de los platos. En su libro “La Fisiología del Gusto”, Savarin habla de la emoción como el sentido más importante que se desencadena a la hora de comer y de cocinar. Cuando comemos, muchas veces nos trasladamos a otros lugares, nos encontramos con ciertas personas de nuestro pasado, despertando en nosotros distintas sensaciones. La cocina como un lugar retórico ligada a nuestra historia.


Entonces, ¿somos lo que comemos? Tal vez sí, pero personalmente me gusta pensarlo de la siguiente forma: “Somos mucho más de lo que comemos, pero podemos hacer que lo que comamos nos ayude a ser mucho más de lo que somos.” Adelle Davis.