- Vista panorámica de la ciudad de Nápoles - |
La ciudad nos recibió con su ruidosa sonoridad, su bullicio, su vertiginosidad. Calles pequeñas, coloridas, desordenadas, marcaban el contorno de una polis grotesca y enérgica.
Esquivando peligrosas motos que ponían en riesgo una y otra vez nuestra integridad física, nos dirigimos en búsqueda de la tan ansiada y famosa “pizza napolitana”.
Entre calle y calle observamos a vecinos discutiendo de balcón en balcón; ancianos sentados en la vereda contemplando con ojos cansados el paisaje diurno; reuniones de amigos en torno a una comida. En fin, un escenario que despierta en este autor reminiscencias, retazos del barrio de La Boca.
Llegamos a la pizzería. La misma en la cual Bill Clinton se emociono al probar la pizza. Luego de despacharnos tal ganado, el camarero nos sugirió probar el antipasti de la casa. El mismo consistía en una exquisita conjunción dada entre una moozarella di búfala sedosa y suave, un tomate Di Marzano dulce y colorido; un jamón crudo fino y sutil y el amargor dado por la rúcula. Sin dudas, materia prima de primer nivel con un método de elaboración simple que respeta sus auténticos sabores.
- Antipasti: jamon crudo, mozzarella di bufala, rucula y tomate - |
Luego degustamos la pizza margherita. Una masa fina y blanda. Pomodoro abudante y acido. Queso escaso y dulce. Una pizza totalmente diferente a la que acostumbra nuestro paladar. Pero no menos rica ni sorprendente. Solo diferente. En la misma se puede apreciar el sabor de la masa, el cual no se encuentre enmascarado por el queso.
- Pizza típica de la localidad de Nápoles - |
Para seguir sorprendiéndonos y poniendo a prueba nuestros esquemas culturales internalizados, pedimos pizza frita. Un plato interesante, donde la pizza es presentada en forma de calzones, pero frita. Una fritura que logra una masa delicada y suave, la cual se conjuga con un relleno copioso como lo es la mezcla de ricota, bresaola y panceta. Realmente es un buen bocadillo para abrir el paladar.
- Pizza frita rellena de ricota y panceta - |
De postre el mozo nos impuso probar la casata. La misma era una crema dulce con un gran porcentaje de gelatina recubierta en una rica salsa de cerezas. No fue de mi agrado el postre.
Luego de esta experiencia fructífera en Nápoles seguimos nuestro viaje hacia Sorrento.