La cocina puede ser contemplada como una actividad placentera y como ritual, como un tiempo para pensar, para reencontrarse con lo sencillo, e incluso como una oportunidad para hacer amistades o acercarse a quien se quiere. La finalidad de la cocina está en alimentarse. Sin embargo, el sentido de cocinar está, más que en la comida misma, en el proceso y en las infinitas variables que puede tener.