Firman autógrafos,
son solicitados para dar conferencias en diversos puntos del planeta, tienen
sus propios programas de TV, son admirados y codiciados. Series, películas y
libros ponen de manifiesto la relevancia de los Chefs en estos días. Son los
nuevos “Rockstar” de la época. Generan tendencias y sugieren movimientos
sociales. O tal vez sea todo lo contrario, simplemente responden a una
necesidad de la cultura moderna…
La gastronomía
surge así como un verdadero microcosmos de nuestra existencia, la cual se
configura y se reconfigura en función de la visión de hombre que poseamos, o
sea, depende de nuestra cosmovisión. La misma, indiscutiblemente, sitúa al ser
humano en el centro desde el cual tiene que irradiar todo el pensamiento.
En la actualidad,
la persona tiene un protagonismo mucho más grande y una incidencia mayor en los
productos que elige y consume. De esta forma fueron surgiendo diferentes
movimientos culinarios blandiendo distintas banderas: cocina vegana, orgánica,
vegetariana, híbrida, molecular, emocional, entre otras tantas. Dichas
tendencias modernas mantienen un mismo patrón, un común denominador: el cuidado
del propio cuerpo, el acceso a mayor información sobre lo que estamos comiendo,
la primacía de la salud.
Dentro de esta misma línea, el 2016
nos espera con algunas novedades que valen la pena mencionar.
·
Preponderancia por lo natural. Cuidado de lo ecológico. No solo
basta con conocer el resultado final, sino los medios y procesos de elaboración
de los productos. Nos preocupa el cuidado de la tierra, el uso de
fertilizantes, la utilización de aditivos y químicos en nuestros
alimentos.
·
Retorno hacia el interior del individuo. Primacía por la historicidad de
los platos. En su libro “La Fisiología del Gusto”, Savarin habla de la
emoción como el sentido más importante que se desencadena a la hora de comer y
de cocinar. Cuando comemos, muchas veces nos trasladamos a otros lugares, nos
encontramos con ciertas personas de nuestro pasado, despertando en nosotros
distintas sensaciones. La cocina como un lugar retórico ligada a nuestra
historia.
Entonces, ¿somos lo
que comemos? Tal vez sí, pero personalmente me gusta pensarlo de la siguiente
forma: “Somos mucho más de lo que comemos, pero podemos hacer que lo que
comamos nos ayude a ser mucho más de lo que somos.” Adelle Davis.