Todos sabemos de la existencia de esta excéntrica jarra que ha copado los bodegones argentinos en los años 60. Ahora bien, cabe preguntarnos el por que de la elección de un pingüino para alojar en su interior a una bebida tan preciada como el vino.
Dicho interrogante
nos ha llevado a investigar sobre este mítico
elemento argentino. Repasemos un poco su historia….
El pingüino nació antes de la ley de embotellamiento
en origen, cuando el vino partía puro de Mendoza para mezclarse con agua y
sustancias non sanctas en botellones y jarras. Llegó a las mesas hacia 1940, presumiblemente con los inmigrantes italianos.
Antiguamente, la bebida se servía en botellas
con adornos de mimbre hasta la llegada del famoso “pingüino. Dicha
jarra era un envase que por su boca se vertía el vino. Pintoresco y sobre todo
útil. Porque los vinos que allí se servían eran los
famosos vinos de la casa que se proveían al almacén en las
tradicionales damajuanas.
Posteriormente
llegaría el momento de los tres cuartos,
típicos vinos como el Vasco viejo, Escorihuela
o el Valderrobles que comenzaron a sustituir tanto a las
damajuanas como a los pingüinos.
Otras investigaciones datan de la presencia de jarras más extrañas aun, algunas
francesas y con forma de elefante
y hasta Cupidos tallados.
Hasta aquí un poco la historia del por que de esta
jarra. Pero nada explica la relación entre el animal antártico y la bebida espirituosa.
Algunas hipótesis que podríamos presentar hablarían
de la similitud entre el cuerpo y la
contextura del pingüino con una jarra. Esta teoría se basa en la practicidad de servir el vino por el pico
del animal.
Como sucede la mayoría de las veces en la cocina… también
podría ser una casualidad.. producto
del ensayo y error.
Para aquellos que somos muy racionales.. llegamos a
la conclusión que muchas veces.. muchas
cosas no tienen mucha explicación.
Muy linda historia........y si, muchas veces, muchas cosas no tienen explicación. Saludos!
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