Dejamos atrás los viñedos y encaminamos nuestro auto hacia el sur. La ciudad de San Rafael nos recibió con sus paisajes áridos y su vertiginosa actividad.
Recorrimos los puntos turísticos más salientes, siendo el Cañón del Atuel el más característico de ellos.
Un hermoso embalse enmarcado por montañas y cerros forma parte del Valle Grande. Lugar digno para transformarlo en un cuadro que apaciguará nuestros males durante los días monótonos de invierno.
Antes de dejar Mendoza nos atrevimos a realizar Cool River en el Atuel. Recomendado!!! De esta forma, dejamos la civilización para encontrarnos con el silencio de la montaña de los Andes.
Rumbo a Los Molles los interrogante y los miedos iban surgiendo en cada uno de nosotros. No sabíamos que nos depararía. No estabámos seguros que nuestros cuerpos y almas pudieran soportar y disfrutar la travesía emprendedia.
Una tarde de sábado nos adentramos en la Cordillera. Inmediatamente nos captó. Nos sedujo con su ensordecedor silencio, su frío cálido, su luminosa noche. Las estrellas nos abrumaron. Magnetizados por su magia no pudimos conciliar el sueño. Nos invandían, penetraban cada uno de nuestros pensamientos. Nos sentíamos vulnerados por su poder!
De esta manera, frente a tal insignifancia y pequeñez antea la naturaleza, nos sentimos únicos e irremplazables. De la misma forma fueron apareciendo recuerdos y seres queridos. Tan lejos se encontraban y tan cerca de nuestra existencia. Y así, en medio de estrellas, pensamientos y montañas, dimos cuenta de Dios! Sólo eso podía explicar tal energía, tanta belleza y tanto orden.
Sin poder dormir, nos despertamos con el sonido de los cascos de caballos sobre el pastizal. Allí nos esperaban para comenzar el viaje.
Día tras días nos deslumbramos de sus hazañas y sus misterios. El vínculo atravesó distintas etapas al igual que en un vínculo marital.
- Primero nos medimos. Uno al otro. Cada uno trató de imponer sus condiciones, sus hábitos. Puso en juego sus estructuras más salientes, sus máscaras más seguras.
- Luego nos miramos. Uno al otro. Nos reconocimos. Aprendimos a observar los tiempos del otro.
- Por último nos comunicamos. Uno al otro. Creamos un espacio en común donde cada uno podía ser.
De esta forma, en comunión, recorrimos más de 100km cruzando valles, pendientes, arroyos y ríos. Con el silencio de la montaña de fondo y el sol resplandeciente caminamos junto al caballo cada uno de sus pasos hasta llegar a Chile.
¿Dónde queda la experiencia gastronómica de esta viaje? Claro, hasta aquí no hemos hablado de comida. Sin embargo, todo esta travesía tiene una connotación culinaria.
Cada momento de silencio y conección interior hace al cocinero. Cerrar los ojos y probar especias, disfrutar de la naturaleza logrando desarrollar un grado de sensibilidad mayor para captar lo esencial de cada plato. Y sobre todo, como siempre decimos desde aquí, un cocinero es ,ante todo, un mago, un creador de momentos de felicidad.
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