Como bien sabemos, los chocolates mas sabrosos y prestigiosos a nivel mundial se encuentran en Suiza. Sin embargo, el cacao no llega a Europa hasta el siglo XV. De esta manera surge aquí el interrogante de dicho trabajo: ¿De que forma llega el cacao a Europa y como fue la aceptación que tuvo el mismo en el viejo continente?
Para responder dicha cuestión debemos remontarnos a la America colonial, específicamente Méjico. Allí, testimonios españoles datan de la existencia de una bebida amarga que tonificaba a guerreros y trabajadores. En un primer momento, el chocolate era una bebida energizante para ir a la guerra.
De esta forma el cacao llega a Europa. La aceptación de tal infusión fue escasa, ya que el amargor que propinaba el líquido negruzco era muy intenso.
Son los monjes quienes comienzan a prepararlo con miel y endulzarlo; ganando mayor aceptación en el público en general.
El chocolate cobra un cambio radical de la mano del suizo Nestle (creador de la leche en polvo), quien combina el cacao junto con azúcar y leche creando de esta forma los “chocolatines”. Nace así el chocolate como golosina.
¿Por qué el chocolate como golosina ha cobrado tal magnitud? Una hipótesis podría mencionar que el mismo nos remite a lo prohibido, a nuestra infancia. En dicha etapa evolutiva, nuestras madres nos proporcionaban de a cuenta gotas una tablita de este delicioso manjar. Por tal motivo, ahora adultos, el chocolate adopta una connotación transgresora y placentera.
A lo largo del transcurso de la historia observamos como una mera semilla que ha servido como moneda en la época Inca y luego como una bebida energizante, se ha transformado hoy día en un clásico de la pastelería mundial.
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