Para lograr esta mermelada se lavan y se cortan los membrillos en cuartos y se guardan en agua y limón para que no se oxiden. Se cubren con agua y se les agrega cáscara y jugo de limón. Se dejen reposar una noche entera y luego se cocinan a fuego bajo hasta que se desarmen por completo. Se tamizan en caliente y luego se les agrega la misma cantidad de azúcar que el peso del puré.
Se lleva nuevamente a fuego dicha preparación y con una cuchara de madera se revuelve constantemente para que se evaporen los residuos de agua. Tener especial cuidado que no se queme el fondo de la cacerola.
A disfrutar a la hora del desayuno…
Secreto…. Para darnos cuenta que esta lista, hacemos el test de la lágrima: se deja deslizar por la superficie de un plato frío un poco de la preparación, se inclina el plato para ver si la mermelada cae en forma de lágrima. Al cortarla con el dedo, la lágrima no tiene que caer.
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