Leonardo da Vinci está considerado uno de los más grandes pintores de todos los tiempos. Fue artista, científico, ingeniero, inventor, anatomista, escultor, arquitecto, urbanista, botánico, músico, poeta, filósofo y escritor.
Como ingeniero e inventor, Leonardo desarrolló ideas muy adelantadas a su tiempo, tales como el helicóptero, el carro de combate, el submarino y el automóvil. También hizo progresar el conocimiento en las áreas de anatomía, la ingeniería civil, la óptica y la hidrodinámica.
Lo que pocos saben, es de su gran pasión por la gastronomía, la cual nos ha dejado como legado nuevos utensilios, así como también recetas e innovaciones.
Esta faceta desconocida de su vida ha estado invadida por reiterados “fracasos” dentro del área de la cocina. Dichas vicisitudes que se le han presentado, muchas veces fortuitas, encuentran su raíz en el hecho que sus contemporáneos no lograban comprender o interpretar lo que el quería expresar, ya que evidentemente era un adelantado. La clave para comprender el interés de Leonardo durante toda su vida por la comida se encuentra sin duda en sus primeros años.
Pocos meses después de su nacimiento, su padre se casa con una dama florentina de 16 años y su madre contrae matrimonio con Accatabriga di Piero del Vacca, un repostero sin trabajo de Vinci. Por tal motivo, Leonardo, crece entre los dos hogares , pero es el nuevo marido de su madre quien le regala dulces y lo introduce en el arte de la cocina dejándolo moldear con mazapanes.
En 1469 su padre lo introduce de aprendiz en el taller florentino de Verrocchio, donde es compañero de Botticelli. Después de tres años de este aprendizaje, Leonardo tiene que mantenerse por sí mismo. Por eso consigue empleo en una taberna llamada Los Tres Caracoles, donde servía los platos. Luego de haber estado un año cumpliendo esa labor, misteriosamente se produce la muerte de todos los cocineros y él queda a cargo de la cocina de la taberna. Decide irse del taller de Verrocchio (quien se enoja mucho) para poder dedicarse de lleno a su nuevo trabajo, el cual lo emocionaba. Ya hace meses que Leonardo siente un fuerte disgusto por las comidas de la época. Como jefe de cocineros, emprende la tarea de “civilizar” el plato principal de Los Tres Caracoles, el cual era un guiso servido en abundantes porciones, con doce tipos de carnes diferentes y sobre su odiada polenta.
Sin embargo, cuando sirve su nuevo plato mucho más delicado y parecido a lo que podemos encontrar hoy en día en un restaurante, con porciones más pequeñas y de mayor calidad, es tal el enojo de la clientela, acostumbrada al viejo plato, que Leonardo tiene que llegar al punto de correr para salvar su vida. Luego de esa mala experiencia, regresa al taller de Verrocchio.
Impresionado por lo pobre que era la cocina en su época, Leonardo empezó a diseñar elementos que le podrían facilitar o ahorrar trabajo. Así es como obtiene los primeros bocetos de picadoras de carne, máquinas para lavar, cascanueces mecánicos y cosas por el estilo.
En el verano de 1478 el fuego destruye la ya famosa taberna y ahí es cuando Leonardo siente las ganas de volver a intentar y abre inmediatamente con su amigo Boticelli un establecimiento improvisado, en su mayor parte construido con lienzos viejos en el mismo lugar.
La taberna no tiene éxito. El mundo elegante de Florencia se niega una vez más a entusiasmarse con la idea de innovar en su manera de comer.
Deprimido por su segundo fracaso culinario, Leonardo decide marcharse de Florencia y en Milán es recomendado a Ludovico Sforza (gobernador de Milán) en calidad de músico.
En 1482 Leonardo viaja a Milán y le explica a Ludovico que no solo era músico sino que también era ingeniero, pintor, escultor y cocinero. Intrigado, Sforza decide citarlo y queda tan impresionado con los múltiples talentos de Leonardo que decide contratarlo como consejero de fortificaciones y maestro de festejos de banquetes. Al fin Da Vinci siente que es reconocido y se siente orgulloso de tener su propio taller y servidores.
Sin embargo, Ludovico al principio solo usaba a Leonardo para que toque el laúd en alguna sobremesa, o que proponga acertijos, enigmas y bromas. Sorprendentemente su patrón no se interesaba en las maquetas de fortificaciones que él le presentaba por lo que decide empezar a hacerlas de azúcar y mazapán para ver si lograba conseguir algún interés en ellas por parte de Ludovico. Aún así no son tenidas en cuenta y son dadas de comer a los invitados de la corte.
De mala gana empieza a pintar retratos de las damas de la corte pero no logra acabar muchos.
Unos meses después Leonardo aprovecha el banquete que se celebraba por el casamiento de la sobrina de Ludovico para presentarle el menú que él sugería para la ocasión. Era nuevamente muy innovador y fue rechazado. Para ese banquete se usaron comidas muy suculentas y abundantes como se estilaba en la época, al igual que en los que iba a ir organizando el propio Leonardo a través de su estadía con Sforza.
Al menos gracias a ese episodio, Ludovico se entera del gran interés de Leonardo por la cocina y poco tiempo después le pide que realice un proyecto para las cocinas de su gran palacio en Milán. Al llegar a las cocinas, Leonardo elabora una gran lista de necesidades por lo que empieza a pasar mucho más tiempo en su taller inventando.
Además de inventar todo lo que le hacía falta y organizar y ampliar las cocinas que estaban a su cargo, Leonardo también introduce medidas de seguridad como la de un ingenioso sistema de lluvia que mojaría todo en caso de incendio. Igualmente esto no quiere decir que todos sus inventos que realizó en esta etapa hayan funcionado a la perfección o siquiera funcionado. Siempre fue más fuerte en la teoría que en la práctica.
-Maquina para hacer Spaghetti- |
Justamente en el momento cuando las obras de reformas estaban más avanzadas, Leonardo recibe una de sus más grandes ofertas como pintor pero la rechaza debido a que no quería perder tiempo en sus avances culinarios.
Finalmente llega el día de la inauguración de la cocina y Leonardo nuevamente se ve expuesto a un rotundo fracaso. Ninguna de sus máquinas pudo dar realmente resultados y no pudo preparar la comida para ese día. Como castigo, es enviado a un campo donde se lo obliga a pintar a todas las mujeres de la corte. Se le dan todo tipo de tareas para evitar que esté cerca del mundo de la cocina.
Luego de dos años se le encarga la organización del casamiento de Ludovico con su prometida. Leonardo pretende celebrar toda la fiesta en el interior de una tarta; una réplica de 60 metros del palacio de Sforza hecho de mazapán, masa y polenta. Los invitados entrarían por las puertas de pastel, se sentarían en mesas de pastel en las que por supuesto comerían el pastel.
El factor que no tiene en cuentas es el poder de atracción que tendría esa construcción sobre todas las ratas y aves de Milán. En la noche de la víspera del banquete acuden cientos de miles de ratas contra las que los hombres de Ludovico libran una batalla campal durante toda la noche. A la mañana siguiente la imagen es de tal desolación que la boda debió celebrarse en otro lugar.
Una vez mas Ludovico se muestra muy generoso con Leonardo y se limita a pedirle que realice sus preciadas actividades durante un año fuera del palacio. Se lo manda a Santa María delle Grazie, donde pinta La Última Cena. Durante los tres años que tarda en pintarla, pasa mas tiempo poniendo excusas para aplazarla que para terminarla.
Ya cuando tenía que regresar con Ludovico, se entera de que éste ha sido capturado por los franceses que han ocupado Milán y decide viajar a Venecia con un amigo.
Durante los siguientes 16 años, Leonardo va cambiando constantemente de lugares y de trabajos. Es mientras trabaja a las órdenes del Rey Luis de Francia en Milán que inventa los spaghetti. La gente tenía muchas complicaciones para comerlos por lo que también tuvo que inventar el tenedor de tres dientes. Aún así, siguieron sin tener mucho éxito.
En 1516 Leonardo está cansado de fracasos y harto de la vida inquieta que ha llevado durante ese tiempo. Conoce al rey Enrique, sucesor de Luis y éste le ofrece una renta muy elevada, un palacio como vivienda y su propia cocina en la cual trabajar. Leonardo acepta inmediatamente y se lleva con él a su discípulo más fiel y su mejor cocinera.
Allí Leonardo pasará los últimos tres años de su vida tratando de elaborar una enciclopedia con todos sus conocimientos pero nunca llega a terminarla ya que el rey resulta ser un fanático por la cocina y pasan la mayoría de las horas cocinando juntos. Para hacer esto, Leonardo realiza un túnel que va desde el palacio hasta la cocina para tapar lo que serían sus visitas ilícitas. Por fin Leonardo tiene la vida que siempre ha deseado.
Pasa felizmente sus últimos tres años allí y al morir deja la mitad de sus bienes a su querida cocinera Batista y la otra mitad a su Discípulo Melzi.
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